Como marca la costumbre, en los días previos al inicio de la Santa Cuaresma, se repite uno de los ritos más usuales y tradicionales de este tiempo de preparación. La imagen de Nuestra Señora de los Dolores ya se muestra ataviada según la usanza hebrea; mostrándose más cercana a sus devotos, sin ningún elemento ostentoso.
Así, desposeída de casi todo elemento decorativo, Nuestra Madre nos invita a adentrarnos en la Cuaresma, con la sencillez como elegancia, mirando hacia nuestro interior y señalándonos el camino de la penitencia y conversión.
La Virgen ha sido ataviada por su vestidor Álvaro Abril y su cuerpo de camareras, encargadas del mantenimiento y cuidado del ajuar.